lunes, 30 de noviembre de 2009

Quito contemporáneo… o si el arte emergente emerge finalmente.

(Texto crítico para el catálogo "Registro 2008" del Espacio Arte Actual)

Durante el año 2008 tuve la oportunidad de participar en varias de las actividades de Arte Actual: realicé la exposición la dupla conjuntamente con María Dolores Ortiz, participé de Formato Diálogos y de Formato Portafolio, asistí a varias de las 11 exposiciones llevadas a cabo durante el año y a sus respectivos conversatorios, donde pude apreciar variedad en las propuestas -tanto en sus contenidos como en la utilización de lenguajes-. Es un agrado ver que el arte contemporáneo ecuatoriano cuenta con un espacio activo en la ciudad de Quito, el único construido específicamente para la exposición de obras contemporáneas, con una agenda llena durante todo el año y una serie de actividades paralelas a las exposiciones que incentivan la reflexión y discusión de temas concernientes.

Miro lo que en estos dos años ha representando Arte Actual para el arte local y me digo: ¡Qué alivio! , y me replico: ¡Qué reto! Para nosotros los artistas locales es un reto, y sobretodo, una exigencia, el pasar de la lamentación constante de los últimos años -„no hay espacios en Quito donde exponer “- a apropiarnos activamente de los espacios, tanto dentro como fuera de la institución.

El panorama de la reciente producción local es efervescente: varias promociones de noveles artistas egresados de las tres facultades de arte en Quito, la creación de cada vez más colectivos artísticos (si hasta parece moda), una serie de festivales y encuentros de arte en escenarios ambulantes (espacio público, radio, internet, revistas, etc.) gestionados por artistas, y el sorprendente financiamiento estatal a varias propuestas contemporáneas. Estos elementos me permiten constatar que el arte en la ciudad ha dejado de ser (o de autoconsiderarse) un niño desnutrido y abandonado, y empieza a experimentar, a hacerse presente y a joder la vida. Sin embargo los niños, me parece, siguen jugando únicamente en su patio: se hacen las gracias los unos a los otros, se pelean entre sí, se repiten en sus juegos. Todo esto bajo la mirada complaciente de un par de mamitas y algún papito.

Aunque a lo mejor es una generalización, considero que hay principalmente dos problemas que aquejan a nuestra producción local actual: el dejarse llevar por una corriente de moda y la falta de confrontación del trabajo en un ámbito internacional.

Pareciese que ahora muchos artistas quieren aplicar la fórmula que tan bien funciona y se vende en los circuitos expositivos, aquella que ha marcado la moda y estereotipizado el arte latinoamericano: el “artivismo”. Es ingenuo creer que el artista – desde la comodidad de su status - es el reinvindicador de las luchas sociales, el denunciante de las marginalidades, en definitiva, es el subalterno. Es fácil, triste y a la larga inútil camuflar la mediocridad y la falta de profesionalismo de lo “alternativo” y “subalterno”. No nos olvidemos además que el discurso de la subalternidad es volátil, fácilmente absorbido y legitimizado, de manera cada vez mas voraz y rápida, por el sistema dominante, perdiendo así gran parte de su carácter disidente.

El artista consecuente debe sumergirse en su búsqueda, sabiendo que después no va a volver a ser el mismo. Ha de hurgar en los rincones de las memorias colectivas, en los recuerdos personales, en las sensaciones y reflexiones que determinado territorio le suscitan. El artista -ojo crítico, mano hábil, filtro perverso- debe ser capaz de traducir el micromundo que percibe, en imágenes, sonidos, palabras, ambientes. Entendamos el arte como un espacio de investigación y de producción, de diálogo y de confrontación, en el que se interacciona de manera real con un contexto social determinado, que comunica, que plantea preguntas, que vuelve ambiguas las situaciones. El artista ha de creer en los procesos más allá de los resultados, se enfrenta, se arriesga, y sobretodo, se exige. Seamos concientes de que el arte juega un papel importante como productor y direccionador del nivel simbólico de lo social, disputa o mantiene ciertas hegemonías de representación, aquellas formas que establecen un discurso, una construcción social. La subalternidad sobrevive únicamente a través de su constante trasformación, manteniéndose en un campo ambiguo que la defiende de la categorización.


Por el otro lado, al observar las dinámicas y funcionamiento de la escena local, me invade una incómoda sensación de aislamiento. La comunicación entre artistas de las distintas ciudades del país es escasa, y el intercambio con la escena internacional es casi nulo. Me parece que la desconexión y la de falta de vínculos reales con el exterior representan una forma de estancamiento. ¿Es que no existe mundo más allá de nuestro patio?

Veo la necesidad de confrontar la producción local con otros públicos, con otros contextos, con otros modos de hacer. Sobrepasar las fronteras, crear redes internacionales de intercambio, dejar que dialoguen los conocimientos, promover procesos y estrategias transversales de investigación, producción, difusión y distribución. Circular, hacer circular, dejar circular. Llevar la voz de lo local a lo global, no como una voz perdida en la polifonía internacional, sino como huella de trasformación del relato propio en metarelato.

Entendamos al arte como productor de un pensamiento teórico y práctico establecido en un nivel específico del conocimiento humano, que no es ni lo empírico, ni la ciencia, ni la política (y todos a la vez), y que puede transgredir los discursos establecidos, incluso el de la subalternidad. La producción de relatos simbólicos, tienen la capacidad de recoger de manera ordenada, la experiencia de los sujetos de un contexto y tiempo determinados, brindándonos información del mundo, de las otras dimensiones de conocimiento que están fuera de la ciencia. Sepámonos capaces de intervenir y crear narraciones simbólicas, reconfigurando los procesos de significación, reorganizando los signos, y produciendo subjetividades. Estas nuevas subjetividades, al ser “narradas”, se trasforma en conocimiento.

Los artistas debemos apostar por la subjetividad aún no cautiva por los mas media, aún no teorizada por la ciencia. Optemos por un arte amplio, ambiguo, de múltiples lecturas, con capacidad de intervención autónoma, edificador de momentos desestabilizadores en las narrativas dominantes. Indaguemos estructuras nuevas de pensamiento, articulemos nuevos parámetros en los mitos sociales, establezcamos paradigmas alternativos que incorporan ideas, culturas, seres, antes excluidos. Alteremos la línea del tiempo, la memoria. Permitamos a nuestro trabajo ser un experimento, un arte en transito, un punto de fuga, un discurso infiltrado. De esta manera se ha de abordar la alteridad, a través de complejizar los juegos de identidad, de desorientar la linealidad, a través del error, lo difuso, lo rebelde, de lo que no se deja clasificar.

Menos mal que en la producción local también se puede confirmar que la excepción hace la regla, y ahí estamos, viendo que las excepciones son cada vez más.

Toffia, piano, piano...


Proyecto “20 eventi” / 2007

La demnanda que realizo Alberto Tessore al grupo de artistas no fue fácil: llevar arte contemporaneo a la región de Sabina. No es tarea fácil sobretodo cuando se tiene la convicción de que el arte en el espacio público es mucho más que la decoración de una plaza o el ornamento en un parque. Entonces, como llevar una proyecto artistíco a la calle, al paisaje y a la varaida gente que en el habitan?

En Toffia se realizaba “20 eventi” por primera vez. El día de la llegada eran grandes las espectativas de ambos lados. Como empezar a comunicarnos? Como superar no solo las dificultades del idioma sino las de las ideas (abstractas y hasta absurdas) que queríamos realizar?

Sin embargo, piano piano, de una manera natural y fluida ese contacto se fue dando, unos cuantos gestos, unas pocas palabras en italiano o inglés, un par de personas claves de la Comuna, y los proyectos se pusieron en marcha: Matthias recorría el pueblo recolectando basura, Taro preguntaba (con la única frase en italiano que había aprendido) a todos los pobladores que harían con 200 euros, yo bordaba sábanas en la plaza con ayuda de algunas de las mujeres del pueblo y Fiete empezaba a vivir en otro tiempo. Y así, piano piano, se fueron creando vínculos con la arquitectura y sobretodo con los toffianos. Ellos no solo se preguntaban sobre nuestro quehacer, sino que nos preguntaban sobre sus motivos, no solo miraban el proceso de creación, sino que participaban activamente en el. Así, piano piano, después de dos semanas de intenso trabajo en y con Toffia, cautivados por la hospitalidad de la gente, por la abundante y buena comida que se nos brindó y las cuantas manos que nos ayudaron, fuimos concluyendo los proyectos.

El día de la inaguración de “20 eventi” fue una fiesta para todos. La gente recorría viendo las obras al compas del ia ia cantado por el acordionista, que acompanaba el performance de Taro y su burro; pasaba frente a una fachada forrada con basura; escribía mensajes con las palabra magnéticas de Elin; se miraban caminar en reversa en un video, se veínan reflejados en el lavatorio, miraban un reloj de 8 dias y 21 horas, descubrían frases entre la ropa colgada en las calles y salían con velocidad máxima de 20 km/h del pueblo.

Así, piano piano y casi sin darse cuenta, se puede decir que en Toffia se vivió el arte contemporáneo: niños, adolecentes, adultos y viejos se enfrentaron a la obra desde el intelecto, la senscaciones, el humor, la sensibilidad , la estética.

Si ahora me pregunta si es posible asociar pueblo y arte contemporaneo? Claro que si, si no, pa´ que!

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Toffia, piano, piano...
„20 eventi“ Projekt / 2007


Es war kein leichter Auftrag, den Alberto Tessore der Künstlergruppe gegeben hatte: zeitgenössische Kunst in die Region Sabina zu bringen. Vor allem, wenn man davon ausgeht, dass Kunst im öffentlichen Raum sehr viel mehr ist als das Dekorieren eines Platzes oder ein Ornament im Park. Wie kann man ein Kunstprojekt auf die Straße bringen, in eine Landschaft, und zu den so verschiedenartigen Menschen, die dort wohnen?

In Toffia fand „20 eventi“ zum ersten Mal statt. Am Tag der Ankunft gab es große Erwartungen auf beiden Seiten. Die Leute beäugten uns neugierig; wir sie auch. Wie sollten wir mit ihnen in Kontakt kommen? Wie sollten wir die Sprachschwierigkeiten bewältigen, und vor allem die Schwierigkeiten bei der Umsetzung unserer – abstrakten und zum Teil absurden – Ideen?

Doch, piano, piano, ganz natürlich und fließend kam dann der Kontakt zustande, ein paar Gesten, einige Worte auf Italienisch oder Englisch, ein paar wichtige Leute aus dem Gemeinderat, und die Projekte liefen an: Matthias durchstreifte den Ort und sammelte Müll ein, Taro fragte alle Einwohner - mit dem einzigen Satz, den er auf Italienisch gelernt hatte -, was sie mit 200 Euro anstellen würden, ich bestickte auf dem Dorfplatz mit Frauen aus dem Ort Bettwäsche, und Fiete begann, in einer anderen Zeit zu leben. Und so ergaben sich, piano, piano, nach und nach Berührungspunkte, mit der Architektur, und vor allem mit den Menschen in Toffia. Sie fragten sich nicht einfach nur, was wir da machten, sondern sie stellten uns Fragen, wieso und weshalb da was geschah, sie schauten uns nicht nur zu, sondern waren selbst am kreativen Prozess beteiligt. Und so konnten wir, piano, piano, nach zwei Wochen intensiver Arbeit in und mit Toffia, ganz fasziniert von der Gastfreundschaft der Menschen, von dem reichhaltigen, guten Essen, und von den vielen Händen, die uns geholfen haben, schließlich unsere Projekte fertigstellen.

Der Tag der Eröffnung von „20 eventi“ war für alle ein Fest. Die Menschen liefen durch die Straßen und beschauten die Kunstwerke, im Rhythmus des I-a I-a des Akkordeonspielers, der die Performance von Taro und seinem Esel begleitete, sie gingen an einer mit Müll drapierten Hausfassade vorbei, schrieben Botschaften mit den magnetischen Wörtern von Elin, sahen sich auf einem Video rückwärts laufen, spiegelten sich im Wasser der Wäscherei, schauten sich eine Uhr an, die 8 Tage und 21 Stunden anzeigte, entdeckten Sätze auf der vor und zwischen den Häusern aufgehängten Wäsche und verließen mit einer Höchstgeschwindigkeit von 20 km/h den Ort.

Toffia hat also, piano, piano, fast ganz nebenbei zeitgenössische Kunst erlebt: Kinder, Jugendliche, Erwachsene und Alte sind Kunstwerken begegnet, mit dem Verstand, mit den Sinnen, mit Humor, mit Sensibilität und ästhetischer Urteilskraft.

Wenn man mich jetzt fragt, ob Dorf und zeitgenössische Kunst zusammenfinden können - na klar, was denn sonst?

http://www.arteinsabina.it/eng/artists01.htm
http://www.youtube.com/watch?v=DQ6-oEyonFU&feature=PlayList&p=53BE5BAFAF2BC8DE&index=3
http://paulinaleon.com/toffia001.html